sábado, 13 de agosto de 2011

De la igualdad y el mérito.

Hoy os ofrezco una reflexión que me acude y me hace dudar y os anuncio que no alcanzo a dar con la conclusión acertada, es por tanto tan solo una exposición de mis propias reflexiones, aún inconclusas.

Se tiene por principal valor de la izquierda la igualdad, siendo exponente más radical de la izquierda autoritaria la total y absoluta igualdad entre todos, tal es así independientemente de la capacidad, esfuerzo o méritos de cada uno, es decir, igualdad total de la sociedad para que todos tengan un nivel exactamente igual de vida tengan a su alcance las mismas opciones, y sin embargo esta igualdad de oportunidades solo ofrece posibilidades de crecimiento personal a través del crecimiento intelectual, pero que en todo caso nunca depende de la única capacidad individual ya que este crecimiento dependerá en cualquier caso de la decisión de otros, que no tienen porque basarse en la capacidad intelectual, debido a la debilidad humana como principal característica del ser, queda demostrado empíricamente a lo largo de la historia, la complejidad de potenciar los valores sobresalientes de la sociedad debido al freno que en incontables ocasiones se pone a estos valores por escalones intermedios que deciden en función de intereses propios, fundamentalmente debido a la falta de motivación e imparcialidad ante la falta de expectativa de mejora personal y colectiva, ante la sensación de estancamiento y desidia, que da lugar a la mediocridad. De ahí el fracaso de la izquierda autoritaria, puesto que si bien en un primer estadio estas sociedades sienten una protección y bienestar que les da una tranquilidad interior, esta termina por convertirse en desidia y desesperanza, al ver pasar un día tras otro sin ilusiones.

En el polo opuesto el ultraliberalismo, premia únicamente a los más fuertes, a los eslabones superiores, a los destacados, a los sobresalientes, dándoles todo, prestigio, admiración, riquezas, y respeto social, que sin embargo en la mayoría de los casos ni siquiera les aporta felicidad, al contrario les sumerge en una espiral de codicia que les absorbe con la ambición de siempre más y más, siendo incapaces de controlar su ambición. Además este tipo de sociedades deshecha a los débiles, los desprecia y deja en el abandono, dando lugar a la ruptura social, provocando el desamparo y además su desaprovechamiento para la sociedad de este sector, y una masa media, que aspira indefectiblemente a ese sector inalcanzable sobresaliente, que es en lo que se basa toda expectativa de mejora, se transforman en iconos inalcanzables, en referentes y modelos, dándose la paradoja en una segunda fase, de que debido a la dificultad de identificarse con el triunfador intelectual, debido al deterioro progresivo de la formación y cultura social, por la paulatina dejación de la educación y por tanto una disminución de valores éticos y morales, se instauran nuevos ídolos, o referentes carentes de ninguna virtud a imitar, simplemente por intereses mediáticos y económicos son encumbrados y su mediocridad les hace identificarse con la masa mayoritaria, perdiendo por tanto referentes virtuosos y empobreciendo la sociedad, convirtiéndola únicamente en relaciones económicas y por tanto aspiraciones monetarias, considerando la virtud únicamente en el dinero, esta perversión social es el momento actual, lo que ha provocado una crisis social y económica, debido a la especulación fundamentalmente, negocio indecente, que consiste en el timo de aprovecharse de la debilidad ajena para ganar sumas ímprobas de dinero.

Expuestos los extremos, he aquí mis dudas y posibles conclusiones, evidentemente he tratado de resumir y concretar, puesto que la concreción daría lugar a una dilatación temporal de la que ni dispongo ni pretendo, ya que estos escritos tienen función divulgativa , y tradicionalmente de aburrimiento y esto último es lo que pretendo evitar.

Mis dudas parten del concepto de igualdad, pretendo crear debate y enriquecerme de las aportaciones ajenas, pero quiero levantar la alfombra caduca sobre muchos estereotipos de la izquierda que creo obsoletos.

Los regímenes autoritarios demostraron que la igualdad de todos los ciudadanos no provoca más que desidia, y por otro lado la evidencia del capitalismo surgida de las revoluciones del XVIII y XIX, es a día de hoy más que asentada y entroncada en nuestra forma de vida, y inevitablemente condenados a convivir, pero sí podemos regular, para que esto sea beneficioso para todos.

Por tanto concluyo que el ser humano debe tener la capacidad de crecer, de forma legítima, tanto intelectual, como socialmente, además de como fruto del régimen capitalista, debe ser una opción el crecimiento económico, puesto que sin estas posibilidades la desidia y el descontento, harán en última instancia la automática desaparición del estado. Sin embargo la no intervención y control darán el mismo fruto, es por tanto indispensable unas normas de convivencia que nos doten de un contrato social.

Aquí entiendo por tanto que no es acertado tanto hablar de igualdad entre todos, como sí hablar de igualdad de oportunidades, sí es justo que todos partamos independientemente de nuestra procedencia y condición de las mismas oportunidades, algo que no se da hoy en día a pesar del denominado estado del bienestar, y que de momento a pesar de diversas ideas, no alcanzo a dar solución, pero es obligación de todos dar solución a este injusto problema, encontrada una solución, pues es justo que como indico todos partamos de las mismas condiciones iniciales, las mismas oportunidades, no me parece sin embargo justo, que todos lleguen al mismo estadio final, es decir, cada individuo tiene sus capacidades, y por tanto su capacidad de disfrutar, destacar, o simplemente desarrollarse en un determinado ámbito social, y contribuir con su entrega al crecimiento común de la sociedad, sin embargo si es necesario primar los méritos, el esfuerzo y la dedicación, una sociedad basada en estos principios nobles de desarrollo es sin duda más fuerte, y por tanto la igualdad de partida nos dará como fruto excelentes trabajadores, excelentes directivos, y excelentes gobernantes, cada uno desempeñando la labor en la que es capaz de destacar, y por tanto en función de su responsabilidad es justo que su retribución y reconocimiento sean acordes, así mismo para una sociedad sin lados oscuros, y conciliada consigo misma, es necesario establecer unos mínimos que garanticen una paz social, que garanticen la no exclusión de ningún individuo y por tanto que la sociedad no pierda en el camino ningún individuo, por tanto ese equilibrio, hará comprender y satisfacer comúnmente el sitio de cada cual, por tanto deben ser derechos fundamentales garantizados, la igualdad de oportunidades, de educación y formación, al menos hasta el ciclo universitario, así como un salario y vivienda dignos, así mismo es justo una retribución acorde al mérito y responsabilidades.

Además y como síntoma de una sociedad evolucionada y cuerda, la exclusión de la especulación como forma de negocio, basándose la economía en los medios productivos tangibles, así como el capital como forma de dinamizar la economía, si bien mediante reglas de juego justas y que eliminen la especulación del mercado, que así mismo eliminarán los elementos referentes sin virtud, y que hagan de referentes sociales la virtud, y entre éstas, el esfuerzo y el mérito como principales.

Estas son algunas de las reflexiones que me hago, y que espero contribuyan a quien las lea a que remuevan su intelecto y se anime a cuestionarlas y enriquecerlas.

A pesar de que puedan parecer básicas, creo que un cuestionamiento desde la raíz es fundamental para la evolución a la que nos enfrentamos, ya que debemos cuestionarnos todo, continuamente.

viernes, 12 de agosto de 2011

Un Padre sin patria, una patria sin padre

En la madrugada del 10 al 11 de agosto tal que hace 75 años, fue asesinado junto al menos 4 personas más en el km 4 de la carretera de Carmona, donde en la actualidad existe un monumento conmemorativo, un notario natural de Casares, asentado en Coria del Río, D. Blas Infante Pérez Vargas, con motivo de esta efeméride, se le rinde homenaje cada año, y cada vez de forma más rocambolesca, esta no es la patria de Blas Infante, esa patria no existe, es más, está más lejos que nunca de existir, ya que cualquier síntoma de vida en el pueblo andaluz hace años que desapareció, por un lado un PSOE que homenajea al denominado padre de la patria andaluza, autor del himno y la bandera, en un acto plagado de banderas republicanas, y sin un solo símbolo andaluz, ni una sola arbonaida (como sé que muy pocos conocen esta denominación, es el nombre que se le da a la bandera andaluza, de 2 franjas verdes y una franja blanca central, con el escudo compuesto por un Hércules juvenil, flanqueado por 2 leones, en las columnas), cuando menos es algo curioso, es como si en el homenaje a Washington no hubiera ni una sola bandera norteamericana, un poco Kafkiano, teniendo en cuenta que el PSOE lleva 30 años gobernando este país, y que nunca en esos 30 años ha conmemorado su asesinato.
Por otro lado el PP, la derecha, los enterradores, lo homenajean en un acto en el parlamento andaluz con una ofrenda floral, a pesar de ignorar por completo su pensamiento, y coger de toda su vasta obra solo una frase del himno, por sí, por españa y la humanidad, (disculpen si al opresor no le pongo mayúsculas, que a mi entender es símbolo de respeto, que para mí no lo tiene), ignorando por completo su pensamiento, totalmente de izquierdas, que como entenderá el lector no voy a desgranar, baste un solo comentario, D. Blas Infante se presentó en diversas candidaturas, todas ellas bien en partidos políticos, bien en coaliciones políticas denominadas de izquierda radical, sí han oído bien de izquierda radical, por lo que es otro elemento de locura colectiva digno de estudio por las más autorizadas autoridades en psicosociología, más aún cuando su portavoz parlamentaria y a la vez alcaldesa, en su municipio no se conoce bandera andaluza, a la que parece tener algún tipo de grima.
Cada año se celebran también el homenaje por parte de la fundación Blas Infante, que a mi entender debiera ser el único acto, de forma oficial, mayoritaria y en el que pudieran intervenir los distintos colectivos, pero lejos de ello estamos a años luz y no deja de ser uno más, minoritario y meramente testimonial, como el que realiza el PA, lejos está en los últimos años de ser el acto multitudinario que antaño congregaba a centenares de personas, cuando era una opción emergente, que se ha evaporado del panorama político, de la sociedad y solo queda en el subconsciente colectivo como aquella opción simpática a la que todo el mundo le hubiera gustado votar alguna vez, pero que nunca lo hizo.
Además han celebrado homenajes iu, y otras fuerzas minoritarias, pero cabe destacar que salvo el acto del PA, el resto fueron actos de una concurrencia absolutamente deplorable, aún así el acto andalucista fue el más tímido de la historia, el que suscribe se atreve a afirmar que difícilmente sumando los asistentes a todos estos actos se llegaría a sumar el millar de personas, lo que da muestra del triunfo de la labor enterradora de los políticos que han puesto gran empeño en ello, del fracaso del sistema educativo en cuanto a la difusión de la figura y la relevancia histórica del homenajeado, así como la situación actual de la conciencia de pueblo, inexistente, desaparecida y enterrada, solo los mayores de 50 años recuerdan aquel 4 de diciembre, y aquel 28 de febrero, únicas fechas destacables de la lucha colectiva, y que a los jóvenes ni siquiera les suena, a ello han contribuido los medios de comunicación, de los que ni uno solo han dedicado una programación especial o un apartado destacable, ni siquiera los institucionales, así están las cosas, esta no es la patria de Infante, esta patria está todavía más dormida que cuando el luchó por despertarla, y ni siquiera es patria de nadie, abandonados a la desidia, al seguidismo, a lo fácil, nuestra memoria se va apocando, hasta hacerse imperceptible, y pronto nuestra identidad quedará desterrada para siempre quedando solo viva en soñadores como el que suscribe, que siguen soñando con una patria andaluza, con un pueblo en libertad, en igualdad y en progreso, no estancado en la mediocridad, el servilismo y el nepotismo.